sábado, octubre 30, 2004

Llueve sobre mojado...

Cada vez q escucho ruido de encendedor me asusto.
Levanto la vista para ver el otro lado de la mesa. Enrique sigue ahi con sus ojos de pregunta preguntandome q pasa. La noche parece tibia y esta lloviendo como si nunca antes el agua hubiera conocido las baldozas. Enrique viene y me besa, una y otra vez encuentra mi cuello despertandome. Del otro lado hay apologias baratas de unos italianos q solo hablan frances y discuten.
Los de la barra, tanto Luis como Guillermo se miran curiosos. Otra vez Laura pide su tema de Phill Collins y fuma solitaria sus parissiens en la mesa debajo de ese cuadro imitacion de Dhali, mientras mira la puerta esperando a aquel marinero q no llega.
La lluvia se vuelve espesa y enrique quiere q lo salve esta noche. Mi mente se dispersa, se vuelve atonita y quiero amarlo como Josaine en su cuarto del pasaje guemes cuando tiene miedo del sudamericano.
Un rayo en el medio del cielo corta las nubes de golpe. La cara de enrique se me ilumina enfrente, lo veo mover los labios pero no entiendo lo q dice, percibo su piel q pide q lo abrace.
Mi garganta ya agria de fumar hoy no quiere cantar.
Tan despacio quiere desnudarse, casi tanto q los cronopios del reloj de ese bar van a quinientos por hora moviendo sus manejillas. Busque tantas otras mañanas a alguien q me sirva el tè q esta noche parece unica.
Mis manos se descontrolan, se apoderan de la fuerza q nunca tuve para rozar su cintura.
Entonces por primera vez le pido ir mas lejos. Ir hasta ese banco expectante testigo de mi soledad y mis dudas. Nadie controla nada y es la costumbre la q nos detiene. Pero nose hasta cuando, xq afuera sigue lloviendo y hay menos gatos en las cornisas, y me desacostumbro de la solteria sin paciencia q me ayude.
La espuma de aquel vino se calienta en los dientes de Laura y quizas me siento inmune a los latigazos de envidia q disparan sus ojos cuando me ve tan feliz al lado de Enrique.
Guillermo prefiere lavar las copas q se volcaron en la discucion de los Italianos, esperando q pare de llover para volver a su monoambiente de Villa Urquiza para ver el final del partido contra Racing. Luis mira a Laura y trata de someterse en su castigo de vivir de andanzas, de mucama en mucama. Esta noche la ve tan distante.
Y yo no puedo hacer mucho. Mañana seguiran las huelgas en la fabrica. Seguiran las tardes de compra en el mercado chino. Las maquinas para reparar. Los apuntes para leer. Las discusiones sobre La Revolucion Ideologica y las visitas de mis primos.
El amor parece tan de pocos. Parece una adquisicion de una elite privilegiada, como lo pense tantas veces en el banco de la plaza. Ahora con enrique... con las palabras q se escapan con sentido comun, con desfiles de desnudos sentimientos. Con caricias q nos callan cuando duermen, parece q los subtes no llegan nunca hasta Constitucion... q la distancia de 9 de Julio a Juramento es mas de 25 minutos como dicen los carteles. Ahora q parece q nunca quiero ir de huelga, ni al mercado chino, ni a reparar maquinas. Q solo quiero dormir para soñar con lo q él sabe q descubre en mi, mi vida parece quieta en un minuto q roba muchos mas.

Pero los cronopios siguen... los relojes no entienden lo q me pasa.

Laura pide otra copa y van... Luis le acaricia la mano y le roba una mueca. Se abre la conversacion...
Los cronopios y el cambio.... Todo cambia.... todo se transforma.

Afuera llueve y enrique pide q lo abrace, y yo ya no pienso.

Aburrida, quiero ser yo sin pensar en mañana.

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