sábado, octubre 30, 2004

Llueve sobre mojado...

Cada vez q escucho ruido de encendedor me asusto.
Levanto la vista para ver el otro lado de la mesa. Enrique sigue ahi con sus ojos de pregunta preguntandome q pasa. La noche parece tibia y esta lloviendo como si nunca antes el agua hubiera conocido las baldozas. Enrique viene y me besa, una y otra vez encuentra mi cuello despertandome. Del otro lado hay apologias baratas de unos italianos q solo hablan frances y discuten.
Los de la barra, tanto Luis como Guillermo se miran curiosos. Otra vez Laura pide su tema de Phill Collins y fuma solitaria sus parissiens en la mesa debajo de ese cuadro imitacion de Dhali, mientras mira la puerta esperando a aquel marinero q no llega.
La lluvia se vuelve espesa y enrique quiere q lo salve esta noche. Mi mente se dispersa, se vuelve atonita y quiero amarlo como Josaine en su cuarto del pasaje guemes cuando tiene miedo del sudamericano.
Un rayo en el medio del cielo corta las nubes de golpe. La cara de enrique se me ilumina enfrente, lo veo mover los labios pero no entiendo lo q dice, percibo su piel q pide q lo abrace.
Mi garganta ya agria de fumar hoy no quiere cantar.
Tan despacio quiere desnudarse, casi tanto q los cronopios del reloj de ese bar van a quinientos por hora moviendo sus manejillas. Busque tantas otras mañanas a alguien q me sirva el tè q esta noche parece unica.
Mis manos se descontrolan, se apoderan de la fuerza q nunca tuve para rozar su cintura.
Entonces por primera vez le pido ir mas lejos. Ir hasta ese banco expectante testigo de mi soledad y mis dudas. Nadie controla nada y es la costumbre la q nos detiene. Pero nose hasta cuando, xq afuera sigue lloviendo y hay menos gatos en las cornisas, y me desacostumbro de la solteria sin paciencia q me ayude.
La espuma de aquel vino se calienta en los dientes de Laura y quizas me siento inmune a los latigazos de envidia q disparan sus ojos cuando me ve tan feliz al lado de Enrique.
Guillermo prefiere lavar las copas q se volcaron en la discucion de los Italianos, esperando q pare de llover para volver a su monoambiente de Villa Urquiza para ver el final del partido contra Racing. Luis mira a Laura y trata de someterse en su castigo de vivir de andanzas, de mucama en mucama. Esta noche la ve tan distante.
Y yo no puedo hacer mucho. Mañana seguiran las huelgas en la fabrica. Seguiran las tardes de compra en el mercado chino. Las maquinas para reparar. Los apuntes para leer. Las discusiones sobre La Revolucion Ideologica y las visitas de mis primos.
El amor parece tan de pocos. Parece una adquisicion de una elite privilegiada, como lo pense tantas veces en el banco de la plaza. Ahora con enrique... con las palabras q se escapan con sentido comun, con desfiles de desnudos sentimientos. Con caricias q nos callan cuando duermen, parece q los subtes no llegan nunca hasta Constitucion... q la distancia de 9 de Julio a Juramento es mas de 25 minutos como dicen los carteles. Ahora q parece q nunca quiero ir de huelga, ni al mercado chino, ni a reparar maquinas. Q solo quiero dormir para soñar con lo q él sabe q descubre en mi, mi vida parece quieta en un minuto q roba muchos mas.

Pero los cronopios siguen... los relojes no entienden lo q me pasa.

Laura pide otra copa y van... Luis le acaricia la mano y le roba una mueca. Se abre la conversacion...
Los cronopios y el cambio.... Todo cambia.... todo se transforma.

Afuera llueve y enrique pide q lo abrace, y yo ya no pienso.

Aburrida, quiero ser yo sin pensar en mañana.

jueves, octubre 28, 2004

Voy camino a los 20...

Y saber q trenzando el destino te encuentro tan loco como yo, me hace sentir todo lo logico q es lo q nos pasa.
Entonces hoy q miro atras y encuentro todo tan poco atractivo en comparacion de lo actual y me siento diferente.
Acordandome todo lo boludo q uno se siente buscando casualidades, equiparandolas en cada banco de la peatonal, corriendo delante los carteles de stop de mis viejos y soñando mas de lo debido. Y capaz q hoy sirvo otro vaso como tantas otras noches atrapadas por lo bizarro. Y capaz q hoy miro la luna y la veo mas cerca q nunca a mi nuca y la piel con su perfume y mis ojos q se pierden en el sueño soñado mas de lo debido.
Porque cuando crei q lo habia vivido todo, vino él con sus batallas ganadas, su look de presidiario, su sonrisa como cristal de gotas, y me mostro q lo poco q queda de mi se puede salvar todavia. Entonces saco el backup de mis ganas... abrio la cajita de fosforos y quiso quemarse los dedos. Pero el mismo fuego no se conocia a si mismo y se sintio distante, frio y confundido consigo mismo.
Y es ahi donde las palabras no vuelan mas, se quedan atrapadas en el medio de las cosquillas. Entonces miro para atras y veo nada... xq hoy tiene el gusto del aire de su boca.
Mensajero de ilusiones... tengo un beso en la solapa... y te lo presto por un rato.

Entonces cuando mas camino, mas quiero llegar a casa, abrazar a mi abuelo... llenar de besos a mi hermanito, tomar unos cuantos mates con mi viejo, escuchar mas a mi mama, jugar al carnaval con mi hermana. Y veo q el almacenero me saluda mas, los oidos se enmudecen cuando dicen lo q no quiero escuchar... y la vida parece una primavera floreciendo adelante de mi nariz.

Cuando Belen sigue tan como yo... haciendole trampas a la realidad, y la siento mas aventurera q la propia aventura. Naty q todos los dias tan aplicada busca aquello q la espera entre las caras de la gente, una mirada q le acaricie el alma. Taty q se siente feliz por ser tan autentica. Ivana q no se siente nunca mas sola. Matu q con su aliento a soledad busca calmar aquel olvido q no llega. Sergio q vive con su pena de no entender a los enamorados y sigue para adelante encontrando en algunos ojos, sus ojeras. Gonza q se rie de su cansancio, reventando su mufa en la mesa de cualquier muchacha q lo quiera encontrar unico. Rodrigo q sabe q le falta tanto como no le falta nada y entre su romanticismo, baila con su felicidad mientras la ama y la desviste. El guri q extraña aquellas calles con gusto a disco rayado de gardel... escapando de aquellla rutina q mañana se repite, y pasado tambien.

Es cuando la promesa de seguir marchitando el tiempo q pasa y q se aleja con estaciones llenas de lagrimas. Miles de amores con camas vacias y amores con promesas de amor sin tiempo.
Porque hoy tambien hay alguien en la madrugada, con una guitarra esperando la mañana, con una mentira en sus zapatos y una corbata manchada con licor, disimulando el llanto, buscando en las miradas alguna cancion q lo consuele.

sábado, octubre 23, 2004

No hago otra cosa q pensar en ti...

Y mama dice q yo todavia no estoy bien. Q todavia tengo fantasmas de una vida q nunca fue mia. Q sigo siendo tan vulnerable a ser vulnerable. Q me equivoco.
Pero mami, ya no estoy en la lista de espera. Ya aprendi cuales son las lagrimas q duelen.
Hoy q tengo a alguien en quien pensar cuando me voy lejos. Hoy q el amor ya dejo de ser una utopia irrealizable. Hoy q hay alguien al lado mio con una guitarra robandome besos. Hoy parece ser tan distinto.
Entonces todas esas personas del medio solo fueron puentes.
Y hay una enrulada buscando pedazitos del cuadro en cada esquina, en cada banco de la peatonal, en cada minuto de aquel reloj q anda tan lento. El cuadro q siempre quizo ver. El cuadro de ella y el abrazados para siempre; cuando parece q las princesas estan de franco y las ilusiones de turno, sip, como la farmacia de Maure y Cabildo, se vienen los años... la conciencia enmudecida y el alfombrado sin manchas.
Y si hay demases q preguntan xq me quede... xq no me voy... o xq existo... solo puedo decir q mi corazon esta activado de nuevo adentro de un cuadro donde el y yo estamos pintados. Y colgado en la pared de lo q quiero.

Y si este blog esta cansado de verme escribir melancolia ... no me importa!!!!

"No hago otra cosa q pensar en ti, para halagarte y para q se sepa
tome papel y lapiz y esparci, las prendas de este amor sobre la mesa"

jueves, octubre 21, 2004

Consecuencias

Se disipan oscureciendo consecuencias. Asi no vale perder!
Si q vale... todo vale. Pero de a ratos me apago, me acuerdo y quiero llorar. Porque?... hacia falta merecerse tanto?
Con la misma moneda, q da vueltas y vueltas y nunca cae donde tendria q caer. Y no me arrepiento, pero si me arrepiento... xq da vueltas.... xq tire la moneda si estaba tranquilita en mi mano?.
Quizas xq ahora no pienso en la dependencia, en sus sinonimos, en entenderme un poco mejor. Pero es accion y herida.

Enrulada... hay veces q los medios no justifican tanto los extremos... consecuencias se llaman.

VDMC moriteeeeee!!

miércoles, octubre 20, 2004

Gotas de Soledad manchando el alfombrado...

Me enmudezco. Lleno mis manos de lapices y quiero pintar una mueca. Como la princesa q anda siempre entre la cirrosis y la sobredosis. Pero q esta vez va contenta x las cornisas y tiene menos miedo de caerse.
Y la soledad se hace potente cuando muestra sus garras. Marca, confunde y dispara. Muchas veces arruina la vista, la crea contundente y es necesario controlarla. Pero si ayer sera igual q mañana... y los mañanas se tiñen con nubes grabadas del cielo raso mas cercano, entonces hay gotas de soledad manchando el alfombrado y no existen quitamanchas. Ya no hay pais de la libertad entre ella y yo, mas q una dialectica forma de ser insensata.
Y te das cuenta, y nos damos cuenta, y se cierra el tapper.
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... "Y que hechizero condeno a la bruja, dejandola sin excusas... sola como la voz perdida en la luna, sin eco ni reflejo, sin conocer su destino acompañado al lado de su hechizero, q la maldice, la critica, la atormenta y no la deja. Sobrando la magia, sobrando la arena, sobrando la noche. Solo quedan ochenta y un años para q se rompa el hechizo, no hace falta buscar, no hace falta quedarse, hace falta ser mas cancion q viento y dejar a un costado el equipaje....."



martes, octubre 19, 2004

Donde me quiero quedar...

me gusta estar a un lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
me gusta abrir los ojos y estar vivo
tener que vérmelas con la resaca
entonces navegar se hace preciso
en barcos que se estrellen en la nada
vivir atormentado de sentido
creo que ésta, sí, es la parte mas pesada

en tiempos donde nadie escucha a nadie
en tiempos donde todos contra todos
en tiempos egístas y mezquinos
en tiempos donde siempre estamos solos
habrá que declararse incompetente
en todas las materias de mercado
habrá que declararse un inocente
o habrá que ser abyecto y desalmado
yo ya no pertenezco a ningún istmo
me considero vivo y enterrado
yo puse las canciones en tu walkman
el tiempo a mi me puso en otro lado
tendré que hacer lo que es y no debido
tendré que hacer el bien y hacer el daño
no olvides que el perdón es lo divino
y errar a veces suele ser humano

no es bueno hacerse de enemigos
que no estén a la altura del conflicto
que piensan que hacen una guerra
y se hacen pis encima como chicos
que rondan por siniestros ministerios
haciendo la parodia del artista
que todo lo que brilla en este mundo
tan sólo les da caspa y les da envidia
yo era un pibe triste y encantado
de Beatles, caña Legui y maravillas
los libros, las canciones y los pianos
el cine, las traiciones, los enigmas
mi padre, la cerveza, las pastillas los misterios el whisky malo
los óleos, el amor, los escenarios
el hambre, el frío, el crimen, el dinero y mis 10 tías
me hicieron este hombre enreverado

si alguna vez me cruzas por la calle
regálame tu beso y no te aflijas
si ves que estoy pensando en otra cosa
no es nada malo, es que pasó una brisa
la brisa de la muerte enamorada
que ronda como un ángel asesino
mas no te asustes siempre se me pasa
es solo la intuición de mi destino

me gusta estar a un lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
me gusta regresarme del olvido
para acordarme en sueños de mi casa
del chico que jugaba a la pelota
del 49585
nadie nos prometió un jardín de rosas
hablamos del peligro de estar vivo
no vine a divertir a tu familia
mientras el mundo se cae a pedazos
me gusta estar al lado del camino
me gusta sentirte a mi lado
me gusta estar al lado del camino
dormirte cada noche entre mis brazos
al lado del camino
al lado del camino
al lado del camino
es mas entretenido y mas barato
al lado del camino
al lado del camino

miércoles, octubre 13, 2004

Estación Villars


Hacer feliz a un niño, al menos por un rato, y complacerse con la fugaz medialuna de su sonrisa, era una de las mayores satisfacciones que la vida podía brindarle a Lalo Bozzani. La otra era enamorar a una mujer.
Desde su más tierna infancia le había fascinado la actuación. Le gustaba disfrazarse durante esas tórridas siestas, cuando nadie lo veía, e interpretar delante del extenso espejo vertical del baño una nutrida galería de personajes, algunos copiados de los que veía en el cine, y otros productos de su primitiva invención. Durante mucho tiempo sostuvo el deseo de ser actor, hasta que para unas Navidades, una tía solterona le regaló un títere, cuya cabeza de plástico ostentara la adusta mirada de un Príncipe Valiente y su vestimenta a cuadros le otorgase la mayor de las elegancias.

A partir de ese día, su vida llegaría a ser muy distinta.

Participó de diversos cursos de actuación, pero lo que capturó su atención durante su errático devenir artístico fue el teatro infantil. Desde que ingresó por vez primera en semejante universo, la magia lo capturó, especializándose en el manejo de los títeres, ese sutil e intransferible arte de proyectar el alma sobre una mano, recubierta por un personaje muy particular, cruza mística de muñeco y de duende, dueño de una personalidad intransferible, y como dijeran sus queridos maestros de entonces, "hasta podría decirse que están dotados de vida propia".

Sin embargo, aunque los títeres -y por extensión las marionetas- lo hubiesen hechizado, Lalo no se resignaba a permanecer detrás de la cortina negra de la titería, leyendo los textos impresos con distintas clases de voces mientras alzaba los brazos o los desplazaba a un lado y al otro -cuando de marionetas se trataba-. También gozaba paseándose por un escenario, a la manera de un singular clown, aunque sin el absurdo y clásico maquillaje, que nunca toleró. Y si bien gustaba de desarrollar personajes propios, no terminaba de definirse por alguno en particular a la hora de mantener una identidad histriónica. Por lo tanto, la actuación en su vida era un desliz. Lo novedoso, lo imprevisto, lo central eran los títeres.

Por eso, cuando alguien le comentó acerca del Vagón Infantil que transportaba el tren a San Eladio, Lalo ni lo dudó. Encontró la manera de entrevistarse con el encargado ferroviario del proyecto, le presentó una carpeta con diseños de futuros trabajos a desarrollar a bordo del Vagón, y en menos de tres meses recorría no sólo el conurbano, sino también otros pueblitos por donde pudiese circular la entrañable trocha angosta, departiendo sonrisas infantiles por dondequiera que arribaban.

Sin embargo, Lalo no estuvo solo en el proyecto. Un tal Marco Cazzolonghi, arrogante mago con aires de seductor de telenovela, también se hallaba aguardando a que lo atendieran en la desolada sala de espera de una burocrática oficina del Ferrocarril Manuel Belgrano. Ambos trabaron un contacto instantáneo, fascinados ante la idea de llegar a ser compañeros en un movilizante espectáculo infantil. Y antes de conocer una toma de decisiones por parte de los encargados del Ferrocarril, ya se habían puesto a idear un show en conjunto, repartiéndose los tiempos de entrada y duración de cada escena. Tenían estilos un tanto diferentes -Lalo era más tierno y cálido con el público, Marco sostenía una rectitud distante no exenta de simpatía-, pero ambos compartían las mismas ganas de inventar, producir, cautivar.

Una vez instalados en el Vagón Infantil, se proveyeron de todo lo necesario para desplegar una gira creativa. Tan equipados estaban, que aquello hasta les parecía su segunda casa; sobre todo para Lalo, a quien su espíritu de aventura podía llevarlo hacia límites insospechados. Para Marco en cambio, aquello sólo era una gira; sabía que volvería a su casa en algunas semanas -si todo funcionaba como lo habían planeado-, por lo que no quería hacerse ninguna idea de pertenencia respecto del Vagón.

A diferencia de su compañero, Lalo se sentía feliz, animosidad que se transmitía a pleno en sus funciones, llevándolo a improvisar más allá de los textos -circunstancia que a Marco siempre le molestó un poco, tan ceñido él al formato de su presentación-. Allí comenzaron a reconocer sus diferencias: Lalo era una usina creativa que se potenciaba con cada nueva ocurrencia, dejándose llevar por su propia alegría, imaginando por su cuenta al inventar un parlamento inexistente para uno de sus títeres o crear una exótica danza aborigen para que imite y comparta junto a él en el escenario ese risueño coro de chicos que solía venirlos a ver cada vez que arribaban a la estación de turno. Imprevisibilidad que causaba las risas iniciales de Marco, aunque también generaba en él cierto efecto residual, muy parecido a la envidia; de la peor clase.

Aquí es tiempo de citar el otro ítem que siempre dejaba satisfecho a Lalo, y que generó un motivo de disputa impensado -y silencioso- con su compañero de show. Las mujeres lo perdían. Y eso era algo inmanejable, que le quitaba concentración, que lo alejaba de lo infantil de manera inexorable. Como Jeckyll & Hyde, cara y cruz de una misma esencia, el tierno clown que se ganaba el corazón de todos y el irresistible amante que se excitaba con toda mujer bonita que se cruzase en su camino. Pero lo más grave del asunto era lo que ocurría en el mismo trayecto del Vagón Infantil.

Al hacer las reverencias de rigor, sobre el final de cada espectáculo, su atención comenzaba a bascular de manera irremediable entre las iluminadas sonrisas infantiles y las palmas femeninas que lo ovacionaban; palmas que poseían un rostro que gesticulaba pidiendo "¡¡¡O-tra-más!!! ¡¡¡Y no jodemos más!!!"; rostros que él inspeccionaba de soslayo, con una precisión casi quirúrgica, sondeando quién era la madre más hermosa que había llegado hasta allí, acompañando a sus hijos para disfrutar de una tarde mágica..en todo sentido. Mujeres que hasta se acercaban a saludarlo cuando se bajaba del escenario, y cuyas siluetas él admiraba de cerca, desbordante de piropos para con esas cálidas mamás que reían con picardía al saludarlo con un beso, dejándole impregnado su perfume y un breve pero suave contacto con su piel, aroma cuyo recuerdo lo excitaba por las noches. Y cuando no se trataba de las madres, no faltaban tampoco las maestras jardineras.. Dicha particularidad le había hecho ganar el mote de "Tero", ya que al igual que el ave autóctona, solía chillar en un determinado paraje -con una madre que se mantenía sobre el límite de la aceptación de sus propuestas, por ejemplo, recibiendo con ostentosa gala las seductoras virtudes del titiritero-, pero depositando los huevos en otro lugar -manoseando a gusto a una risueña pero provocativa maestra jardinera que se entusiasmara con la idea de conocer el Vagón Infantil con las primeras horas de la noche, cuando los chicos ya se encontraban desde hacía rato en sus respectivos hogares-.

Sin embargo, aquel oculto arte amatorio le era sutilmente boicoteado por Marco -con excusas más que infantiles en un principio-, para quien la envidia se había ido transformando en sólido ataque de celos imposible de dominar. Sólo que Marco era incapaz de pronunciar palabra alguna al respecto. Ni siquiera podía confesarse semejantes sentimientos a sí mismo. ¿Cómo era posible que Lalo tuviese tales habilidades, y a él ni siquiera lo registrasen? ¿Sería a raíz de esa distancia que se imponía a si mismo respecto del público?

Por su parte, Lalo sentía que su suerte respecto de las mujeres venía siendo esquiva desde hacía tiempo. Y aunque desconociese -o ni siquiera reparase en- los reprimidos sentimientos de Marco, sostenía que no era fácil encontrar la manera de seducir a una mamá o maestra jardinera delante de todos, menos aún proponerle delante de sus compañeras de turno, sus alumnos o sus hijos, que la esperaba más tarde, para "enseñarle a sus muñecos". Si bien había tenido algunos éxitos, no eran los que él hubiera deseado. Aún recordaba a aquella espectacular tetona que lo sedujera hasta límites imposibles cerca de La Plata, que lo excitase hasta la locura al abrazarlo, demorando el contacto de su voluminoso pecho contra el suyo al despedirse, y que luego no volviese a verla más, aunque le rogase que acudiera sin falta al Vagón en las próximas horas. De más está decir que aquella noche no pegó un ojo; que deambuló por el Vagón a oscuras, movilizado por una intensa calentura; que Marco lo oyó insultar en susurros ante el moroso discurrir de la madrugada, pero que nada refirió al respecto al levantarse a desayunar.

Y así anduvieron por las vías, con andar errante, hasta que al culminar la función en la parada del Km.53, pretenciosamente llamada Estación, su suerte quedó echada bajo la forma de una murga uruguaya, con un ciclista como testigo.

Lo divisaron algunas horas antes, vestido de colores chillones, con unas diminutas antiparras y un oblongo casco azul muy particular, pedaleando por sobre una vereda de tierra, paralela a la vía, y arribaron juntos a la estación. Alcanzaron a oír que le pedía indicaciones al encargado -en ausencia sin aviso del habitual Jefe- sobre cómo llegar hasta la Estación Villars. El empleado le señaló que cruzara el paso a nivel que se divisaba a pocas cuadras de allí, y siguiera por ese sendero, que mejoraba notablemente respecto de los 7Km. que ya había hecho desde Marcos Paz. Por el camino, podía divisar a lo lejos el puente de la Ruta Provincial Nº 6, y más adelante, una cantera inundada donde solían avistarse biguas, garzas y patos. El ciclista le agradeció entusiasta y se tomó un respiro, bebiendo un buen sorbo de Gatorade, sabor limón, proveniente de su cantimplora.

Estaba a punto de reiniciar la marcha, luego de quedarse a presenciar la entrañable función de Bozzani & Cazzolonghi, mientras éstos se disponían a realizar un último bis delante de los niños congregados durante la tardecita alrededor del Vagón Infantil, cuando un súbito estruendo musical los dejó paralizados. Con las últimas luces diurnas vieron surgir, atónitos, sobre un recodo de la vía, a una movediza y colorida murga uruguaya, que danzaba bulliciosa hacia ellos. Silbatos, matracas, trompetas y redoblantes atronaban el espacio cercano a la Estación, mientras un estridente coro entonaba una bonita prosa de Don Jaime Roos:

"En el tumulto de los húsares de Momo
Encandilado por las luces de otro barrio
Aquel murguista saludando con su gorro
Se despedía como siempre del tablado"

Grandes y chicos, negros y blancos, danzaban vertiginosos, contagiando su alegría, impulsando a los espectadores a seguirlos en su trajín musical sin pensarlo siquiera. El ciclista batió palmas con los brazos en alto, sin bajarse del vehículo, y rió con ganas cuando unos niños disfrazados de arlequines se acercaron para hacerle cosquillas con unos coloridos plumeros de papel. Saludó con las manos en alto a su alrededor, y mientras seguía riendo, se marchó pedaleando hacia el recodo de la vía por donde había arribado la murga.

"Que no se apague nunca el eco de los bombos
Que no se lleve los muñecos del tablado
Quiero vivir en el reinado del Rey Momo
Quiero ser húsar de ese ejército endiablado"

Al ver aquello, Lalo quedó fascinado. Su costado más histriónico lo impulsó a sumarse al baile, al salto discordante, al arranque danzarín. Sin embargo, antes de que pudiese dar el primer paso hacia el centro de la murga, emergiendo por entre los coloridos murguistas, una visión lo paralizó.

Era una morocha de rulos que cortaba el aliento. Aunque carecía de atributos físicos exuberantes, su sensualidad privaba de palabra alguna que pudiese opacarla con una triste descripción. Vestía como una Colombina, en la mejor tradición picaresca italiana, intentando eludir los constantes embates amatorios de un Pierrot que danzaba a su lado, pero que a su vez flirteaba con cualquier otra muchacha que perteneciera a la murga..y que le fuera ajena también. Lalo, embutido en su clásico traje de clown farsesco -un tanto distinto al que lucían los recién llegados-, quedó atónito al registrar una sonrisa en los carnosos labios de la morocha, y dudó si tal gentileza le era destinada especialmente a él. Por si acaso, y para despejar toda duda, metió mano dentro de su improvisada galería de recursos y le dedicó una teatralizada reverencia, que ella pareció no contemplar, o sencillamente ignoró.

Marco también notó la deslumbrante presencia de la Colombina, sólo que la importancia de la misma creció en la medida en que pudo contemplar el hechizo que aquella hermosa muchacha había ejercido sobre Lalo. Sus celos lo arrasaron sin piedad, ruborizado por la impotencia, a pesar de lucir sus elegantes galas mágicas. Deseó tener algún magnífico truco a mano como para romper aquel maléfico hechizo deseante, pero sólo pudo contentarse con la inmovilidad de su compañero, incapaz de acercarse hasta ella, más allá de que ejecutase sus habituales monerías teatrales.

Marco decidió esperar. Por lo visto, la murga había llegado para quedarse, y su inquietante bullicio cirquero constituía un complemento ideal para rematar el espectáculo de magia del flamante Vagón Infantil. Y sólo después, cuando se alejara el público, habría que ver quién de los dos, el mago o el titiritero, brillaba más lejos del escenario.

Lalo, siendo más "Tero" que titiritero o clown, ajeno por completo a su show habitual, sólo pensaba en la morocha. Azorado contemplaba cada uno de sus movimientos, sus contoneos, sus sonrisas. De pronto deseó que todo el mundo conocido se extinguiese delante suyo, y desaparecieran el tren, la estación, los niños con sus madres -para nada atractivas, desde hacía un par de minutos-, la función, la murga, para que allí sólo quedasen ellos dos, en plena soledad campestre, dispuestos a conocerse mucho más intensamente que cualquier otro vínculo que hubieran podido establecer en el pasado.

A pesar de ello, se lanzó fuera del escenario, mezclándose con los bullangueros integrantes de la murga, evitando cruzarse nuevamente con la filosa mirada de ojos negros de la morocha y su enigmática sonrisa, a fin de no volver a quedar paralizado.

El eco de los últimos aplausos y ovaciones aún perduraba en sus oídos cuando el tren volvió a ponerse en marcha. El armado y desarmado del escenario para la función de títeres, magia y humor era un ejercicio tan aceitado que apenas les demandó unos minutos. Mientras tanto el Pierrot, voz cantante de la murga, negociaba con el maquinista un viaje gratis hasta Villars para toda la compañía, ya que la bañadera oriental que los transportaba desde hacía meses había padecido sus últimos estertores de muerte unas pocas cuadras antes de arribar al Km.53.

Al oír esto, Lalo se entusiasmó. Sus ilusiones se proyectaron de inmediato hacia un futuro encuentro ferroviario con la Colombina. Marco, por su lado, satisfecho por su -¿mágica?- intuición, se aprestó a tolerar esos egoístas sentimientos que afloraban más allá de su voluntad, .¿o no?

Un único vagón de pasajeros quedó unido a la formación, mientras la locomotora realizaba las maniobras correspondientes para acoplar un par de vagones más, uno que transportaba cargas varias -entre ellas, una partida de alimentos que donaba el gobierno provincial para unos recién estrenados comedores infantiles-, y otro perteneciente al correo y las encomiendas. Ambos fueron acoplados junto al de pasajeros y el Infantil, cuyo par de ansiosos pasajeros, en absoluto cansados por la reciente función, deseaban reanudar viaje cuanto antes.

El silbato del tren retumbó en la noche, mientras el potente faro de su morro desgarraba las tinieblas rumbo a Villars, y se oía el clásico golpe metálico de los vagones al iniciar la tracción. La noche prometía ser muy cálida para desaprovecharla yéndose a dormir.

Lalo tomó a uno de sus más preciados y entrañables personajes, el títere que en cada show presentaba como "el Caballero Mano de Fuego" -su mejor carta de presentación, sobre todo cuando lo embargaba un súbito acceso de timidez-, y avanzó hacia el vagón de pasajeros, con cierta incertidumbre pero miles de mariposas aleteando a lo largo de sus arterias, concentradas en su abdomen. Marco no quiso quedarse atrás, y sin que Lalo lo notase, provisto de la galera, la amplia capa negra y su gloriosa varita mágica, le siguió los pasos.

Al hacer su entrada, Lalo saludó en derredor, bromeando al pasar, contagiándose de la perenne bulla que emanaba de aquel simpático y heterogéneo grupo de gente. Así, fue acercándose hasta donde se hallaba sentada la Colombina, quien al ver al "Caballero Mano de Fuego" a la altura del hombro del titiritero, sonrió complacida, sin perder el aura misteriosa que la rodeaba, y le acarició el cabello rubio de lana con el dorso de su dedo índice. Lalo emitió un sonoro y trémulo falsete, dando a entender un imprevisto acceso de pudor, mientras el "Caballero Mano de Fuego" se volvía sobre su eje para ocultar el rostro contra la camisa de Lalo. Todos rieron complacidos.

Hasta que Marco interrumpió la escena, adelantándose al exclamar:

-¡Rescataré a este valeroso príncipe de las malditas garras de la vergüenza! -, convirtiendo su varita mágica en un precioso ramo de flores, que solícito le entregó a la morocha como regalo, ruborizándose hasta las orejas, pero contemplándola con mirada dura y distante.

Ella le agradeció el gesto con aire ausente, casi indiferente, como si el mero hecho de haber nacido hermosa, con los años hubiera llegado casi a fastidiarla.

La competencia establecida con ese imprevisto ramo de flores no se le escapó a Lalo, quien sintió una profunda y súbita decepción ante la fría acogida de la Colombina respecto del "Caballero Mano de Fuego". Al mismo tiempo, deseó eliminar de inmediato a su compañero de tareas. "Pero, ¿qué te pasa?", pensó para sus adentros. Y como cada vez que se encontraba en un mal trance, apeló a uno de sus mejores amigos para que lo defienda:

-¡Pero que inoportuno es este mago! -, exclamó la contagiosa voz de falsete del "Caballero Mano de Fuego". -¡Siempre aparece con un antiguo truco de cuarta para estropearme la función!

Más risas murgueras, incluida la de la morocha. Sólo que entre las miradas de Lalo y Marco volaban letales dardos imaginarios.

-Quizá nuestro príncipe necesite compañía esta noche -, sugirió el mago, y con un certero y veloz pase de magia hizo aletear una paloma blanca entre sus manos.

Una exclamación de sorpresa se extendió a su alrededor, mientras estallaban los redoblantes, y la paloma revoloteaba inquieta para posarse sobre uno de los hombros de Marco. Aquello era competencia desleal.

Lalo frunció el ceño y subió la apuesta, olvidándose de su compañerismo, sin pensar en nada.

-¡Prefiero la compañía de unos hermosos ojos negros, Cruel Hechicero de la Noche! -, lo desafió el mismo falsete anterior, extendiendo el brazo con elegancia hasta que los rubios cabellos de lana del "Caballero Mano de Fuego" rozaron la tersa mejilla de la Colombina, quien de súbito -sin dejar las flores ofrecidas por el mago- entrecerró los ojos con dulzura, volviendo a elevar su mano para acariciar aquella tierna cabecita de papel maché, esta vez con varios de sus dedos, gráciles y sutiles.

Sólo que Lalo, por una cuestión de profundo orgullo, no podía apartar la vista de Marco. Como si allí mismo, de manera impensada minutos antes, se definiese su mutuo y futuro acontecer laboral.

-Si lo que deseas es conquistarla, te hará falta mucho amor -, y acto seguido, Marco hizo aparecer de debajo de su capa negra la inconfundible silueta de un corazón de chocolate, envuelto en un brillante papel colorado, que inmediatamente le entregó a la Colombina.

Ovaciones y aplausos, más el estallido de un platillo. La situación estaba complicada. Conocía la mayoría de los trucos que Marco desplegaba en su show -muchos otros que mantenía en secreto también-, y sabía que no podría competir contra él..a menos que cambiara las reglas de juego.

-Sólo un acto de valentía puede conquistar a una dama -, exclamó, estridente, el "Caballero Mano de Fuego", apostando todo en una sola mano. -Y ese acto es el de mostrar las habilidades varoniles más intensas que cada uno posea.

Silbidos de entusiasmo, procaces ovaciones y sonidos de trompetas atronaron el vagón, para beneplácito de la sonriente Colombina -gozosa con el simpático duelo-, a quien algunos de sus compañeros murguistas rodearon en un teatral abrazo, a modo de bandeja que la sirviera para el ganador.

Marco tembló, ignorando hacia dónde correría el "Tero". En estas lides, delante de una mujer, Lalo sabía actuar mejor que él. El corrosivo ácido de la envidia le roía las entrañas. Sintió por un instante que el combate, la noche, el mágico e ilusorio proyecto del show de Vagón Infantil se esfumaban en apenas unos segundos de irrupción erótica. El dolor y la furia fraguaban en su interior. La ambivalencia no lo dejaba pensar.

Lalo se impacientaba al experimentar sensaciones similares. Le resultaba incomprensible que su mejor compañero de shows hasta la fecha pudiera hacerle una escena de celos como ésta. Pero también recordó que Marco era un hombre, además de mago. Y que jamás le había conocido una pareja, estable u ocasional. "Cosas del destino", se consoló a sí mismo, minimizando el posible dolor del otro. Pero sabía que era un engaño.

La murga bullía, expectante. La morocha los miraba alternativamente, pendiente del resultado, atraída -sin querer admitirlo- hacia tal original rivalidad en su honor. De nada valía conocer cuál era el as en la manga que podía ocultar cualquiera de los dos; y sin embargo, el suspenso aumentaba.

Hasta que el redoblante se dejó oír en demasía, y Marco estalló:

-¡Está bien! -. Y el tamborileo del redoblante cesó con un estruendo de platillos. -Si hay que demostrar habilidades, ¡pues que así sea!

Con un grandilocuente gesto teatral, ajeno a su persona, se cubrió la mitad inferior del rostro con su brazo izquierdo enrollado en la capa, mientras con su mano derecha se golpeaba apenas la cabeza con un extremo de la varita. Acto seguido, desapareció.

Un ahogo de asombro enmudeció al vagón, que contuvo el aliento, disipando cualquier sonrisa. Lalo quedó perplejo por un instante. "¡¿Cómo lo hizo?!", chillaba una voz dentro de su mente. Hasta que con su último resto de cordura, conteniendo a duras penas una lengua vacilante, proclamó:

-¡Un aplauso, señoras y señores! -. El sonido de su propia voz lo sorprendió tanto como a los demás. -¡He ahí a un artista que sabe salir limpiamente de escena! -. Y con un murmullo apenas audible, sin poder reprimirse, agregó: -Y a un hombre que conoce sus propias limitaciones.

Los aplausos fueron muy trémulos, esporádicos, hasta que luego de unos instantes estallaron privilegiados, comprendiendo que se hallaban en presencia de un show nunca antes visto. Sólo que sus propios artistas lo desconocían hasta entonces.

La Colombina se puso de pie, reponiéndose de la sorpresa, tomó la mano libre de Lalo entre las suyas, obligando al titiritero a regresar a la realidad, y le rozó los labios con los suyos. La murga explotó en un solo grito, liberando la tensión. Lalo parpadeó, incrédulo, como si aquello no fuese lo deseado. La morocha se hizo a un costado y besó en la nariz al "Caballero Mano de Fuego", que tembló con vida propia en manos de Lalo, sin que éste pudiese articular palabra. Entonces ella, reteniéndolo con ambas manos, lo condujo fuera del vagón. Un malévolo coro de murguistas le deseó buena suerte, riendo y aplaudiendo a la vez.

El silbato del tren se dejó oír, como proviniendo de otras épocas. La velocidad de la locomotora pareció disminuir. Algunos solitarios focos de la luz iluminaron brevemente la semipenumbra del pasillo, junto a los escalones del vagón. Ella le rodeó el cuello con los brazos, lo besó con la boca abierta, beso que Lalo apenas tuvo el impulso de responder, y le dijo con un tono áspero y sensual:

-Es la primera vez que me seducen con magia. Pero como ya lo dijo el poeta, el único paraíso posible es el paraíso perdido.

Dicho lo cual, el tren aplicó los frenos, deteniéndose en la Estación Villars. Lalo, desconcertado, sin ser él mismo desde la desaparición de Marco, giró la cabeza hacia el exterior. Más allá del andén divisó un almacén de ramos generales, digno de ser confundido con una pulpería; el pueblo parecía haberse detenido en el tiempo. La sensación de irrealidad se tornó aún más punzante al descubrir la insólita presencia de un ciclista pedaleando al cruzar bajo la solitaria luz de otro foco. El "Caballero Mano de Fuego" volvió a temblar con vida propia. Un súbito escalofrío lo adosó contra la pared del vagón. "¿Qué me pasa?", alcanzó a preguntarse Lalo, sin darse una respuesta, aunque sintiéndose víctima de un ignominioso hechizo. Las manos de la Colombina yacían ardientes sobre su nuca, los ojos negros clavados en los suyos, a la espera de algo más, aunque sin animarse por el momento.

Entonces, quebrando aquel maléfico hechizo como un cristal, el movedizo cuerpo de la murga arremetió contra ellos, obligándolos a descender a tropezones en una contracturada danza, mientras entonaban otra pegadiza rima de Don Jaime Roos:

"Era una retirada
Que al despedirse quiere regresar
Se va, se va la murga
Aunque ella nunca pueda decir adiós"

Lalo trastabilló, a punto de perder el equilibrio al llegar al andén, sostenido apenas por el anónimo abrazo de la murga. La Colombina reía, secundada por Pierrot, quien la cortejaba burlescamente mientras bailaba a los saltos a su alrededor; "Nuevamente la Princesa se perdía entre la gente", canturreó Lalo, recordando la rima murguera. Por un instante, aquel sentimiento de extrañeza lo abandonó, aunque no lograba sacarse de la cabeza la cruel imagen de Marco desvaneciéndose en el aire.

Y aunque le era imposible recuperar la sonrisa, o aquel tórrido sentimiento de seducción que lo embargara al calzarse a su preciado "Caballero Mano de Fuego" a bordo de su entrañable Vagón Infantil, su corazón se agitó trémulo -con un sentimiento de pérdida mucho más incisivo que el experimentado por el alejamiento de la morocha-, mientras la murga se alejaba en la noche rumbo al pueblo, al escuchar aquella esperanzada rima de Don Jaime Roos, una vez más:

"Que no se apaguen las bombitas amarillas
Que no se vaya nunca más la retirada
Quiero cantarle una canción a Colombina
Quiero llevarme su sonrisa dibujada"

jueves, octubre 07, 2004

Que quieres tu de mi?

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Maxi:

Sos un boludo... pero te quiero! (para mi)
Si te escribo es xq no puedo hablarte.
Pasa q hay veces q las cosas q siento se me van de las manos.

P.D: Si llega a pasar el señor de los boletos... xfa tirame el boleto para atras xq sino me bajan.
P.D.2 : Hoy tengo parciallllll!!!!!!
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"No quisiera yo morirme sin tener, algo contigo"

Si quieren, pueden putearme x mi accion en los comments... :(

Si si... esta vez accione... se lo di. Y como siempre dijo "no".

lunes, octubre 04, 2004

Status Quo de Conciencia...

Y si, ahi va otra vez...
pero siempre guardo una lapicera en la mesita de luz
si ahi, al lado del despertador.
Pero no, todo especificamente formulado para el jaque mate.
Pero no! ahi va otra vez...
se pierde, se encuentra, se busca
va disipando vocales, robando colores
manchando los nombres.
Los documentos ya no son documentos,
las patas de la mesa se tropiezan de nuevo.
Epicentro. Dogma enigmática.
Maldita luz q me da fuerza.
Y si, ahi va otra vez...
seduce y se esconde. Miente y califica.
Es juez y parte, canción y melodia.
Pero no!, ahi va otra vez...
Estrategias de sonrisas. Ganas de oscurecer al sol de golpe.
Condena y Apagón. Cautiva del silencio.
Se pierde, se busca, se encuentra. Pero no esta cuando la necesito, cuando
ser se nos escapa de las manos.
Control. Sed. Ella lo tiene, lo roba, y no mira, no piensa, no escucha.
Status quo de conciencia. Analiza, concientiza.
Busca luces mal prendidas. Especifica cuando huye, cuando no ve la salida.
Y si, ahi va otra vez...
pero siempre guardo una lapicera en la mesita de luz...
si ahi, justo al lado del despertador;
entre la ciencia y la paciencia, entre la ausencia
y la franqueza = guerra de palabras.

viernes, octubre 01, 2004

Cambia, todo cambia...

"Como?, no sigue en ingenieria????" - le dijo mi ex profesora de derecho a mi hermana...

Eso mismo me pregunto yo... mis contradicciones son tan infantiles como pedantes. Un dia quiero ser periodista y pasar toda una tarde en comodoro py en guardia periodistica y otro dia soy niñera en un salon de fiestas. Tengo la vocacion de escribir, pero me quedo en casa arreglando la pc. Tengo q ir a formatear una maquina, pero prefiero quedarme leyendo Sabato.
Entonces soy cheff x un dia, biotecnologa x otro... muchas veces productora, y ahora una ama de casa empedernida. Natural es q no me entiendan... normal ya son mis contradicciones.
Tampoco me voy a esconder atras de la idea de q "no puedo decidir q quiero ser el resto de mi vida en este momento". Pero ya me conocen o tendrian q haberme conocido en la escuela durante doce años.
Yo se q asombra q una piba q estuvo toda su vida atras de una vocacion de la cual queria ser o ser sin q le importara nada y q venga ahora y q diga "si señores... deje la ingenieria, quiero ser escritora".
Los sueños se corrigen... el mio se fue atras de la indiferencia de una persona q fue muy importante y de la q sé q tb he sido importante xq antes de anotarse en la facultad me pregunto si hacia bien en anotarse en ingenieria. Y ahora camina lentamente x la vereda de enfrente... sin mirarme, con la frente bien en alta, superandolo todo: mis caprichos, mis contradicciones, todo.
Veanlo pasar... caminando x la vereda de enfrente se esta llendo el motor de mis ganas. Y como me van a entender si ahora digo q quiero seguir Letras y trabajar como maestra en una escuela rural?.... q bajo caiste.... asi no vales la pena....